Polarización

Me vais a perdonar porque abandone los artículos técnicos por un momento y os suelte una turra sociológico-política, pero es que últimamente entro mucho en twitter y me hierve la sangre más de lo que debiese, así que me voy a explicar un poco más calmado aquí que puedo poner todos los caracteres que quiera.

Imagen generada por la IA midjourney

Me podéis llamar progre (si, me gusta el progreso), izquierdista (si, creo que todos los humanos somos iguales y hay que hacer lo necesario para que la pobreza y la desigualdad no exista) e incluso me podéis tildar de rojo (no es mi color favorito, pero no tiene connotaciones negativas. En fin, que cada uno es como es y tiene opinión de casi todo (mejor si esta es informada). Tengo muchos y buenos amigos que son de derechas, de todos sus tipos, los hay muy cristianos, los hay liberales en lo económico y conservadores en lo demás, los hay que lo son porque es lo que escuchan en la tele (que tampoco han entrado a pensar mucho en ello, pero si lo dicen por algo será) y luego están los que son españoles ante todo y saben que los extranjeros son inferiores y han venido a quitar el trabajo a sus hijos (igual si se dedicasen a estudiar este riesgo no existiría…). Muchos de estos amigos son buenísimas personas y nada malvados, no dejaría de ser su amigo por nada del mundo.

El caso es que en el micro-cosmos de twitter y, según parece, en muchos medios de comunicación hay una tendencia increíble a evaluar los mensajes según su procedencia y catalogarlos como malos o buenos según si es de mi tendencia política o de otra. Hemos reducido la crítica a buscar las cosquillas a los que no son de nuestro bando, a pensar que los unos son unos demonios y los nuestros unos angelitos, y no, eso no es así. El espíritu crítico ha de guiar nuestros pensamientos siempre, tenemos que librarnos de estereotipos, de buscar segundas intenciones. Tenemos que leer los mensajes, analizarlos y decidir si estamos de acuerdo o no en conciencia, no como miembro de una tribu, sino como ser humano con nuestra conciencia y nuestras contradicciones.

No voy a poner ejemplos aquí, solo tenéis que leer las cuentas de zascas (que también se han polarizado en una de zascas a la izquierda y otra de zascas a la derecha) para ver que la coherencia no existe en ningún sitio y que los mensajes que mandamos al contrario no nos los solemos aplicar (ver la paja en ojo ajeno). Lo que si os pido, seais rojos, morados, azules o verdes es que intentéis mirar el mensaje primero y el emisor después y un último consejo (de los que vendo y para mi no tengo)… Recuerda que no siempre tienes la razón. Escribir el último tweet no te convierte en el ganador, solo en el que se ha cansado más tarde.

Terraplanistas

Hoy en día la información nos sale por las orejas, hemos pasado del oscurantismo y del control de la información por unos pocos al extremo opuesto del espectro, ahora hay mucha más información de la que se puede procesar, tanta, que la mayoría no puede calificarse ni de información. Como efecto secundario tenemos un empacho de tantos datos, opiniones y propaganda que somos incapaces de digerirlos.

¿Tierra plana?

Una de las consecuencias más perversas de toda esta abundancia de datos es que se está produciendo un fenómeno muy curioso, a la par de aterrador. El sesgo de confirmación.

El sesgo de confirmación es la tendencia de una persona a favorecer la información que confirma sus suposiciones, ideas preconcebidas o hipótesis, independientemente de que éstas sean verdaderas o no. El otro día encontré un ejemplo evidente de este sesgo en el documental de Netflix, titulado en español «La Tierra es plana» y que termina cuando uno de estas personas intenta demostrar mediante un experimento sencillo que la tierra es plana… Y los resultados no son los que él espera. Aquí podéis ver el vídeo:

https://www.youtube.com/watch?v=RMjDAzUFxX0
Bien, esto es interesante

¿Creeis que esta persona después de haber demostrado mediante un experimento que la tierra no era plana aceptará la evidencia…? Pues NO.

Seguirá, mientras le queden fuerzas, defendiendo lo plana que es la tierra y lo poderosos que son los que intentan ocultarlo. Aunque no se todavía cómo llegó a este estado, si que se que tiene amigos terraplanistas y que, al final, cuando se juntan unos cuantos con la misma opinión esta tiende a ser aceptada como «verdad» al margen de lo que dicte la realidad. Esto, desgraciadamente, está conduciendo a la humanidad en general a defender posiciones indefendibles solo porque su grupo de referencia lo tiene asumido. Pongamos unos ejemplos:

Cambio climático: ya nos lo decía el primo de Rajoy… Ya pueden darse la vuelta las estaciones, asarte en febrero o helarte en agosto que seguirán diciendo que no hay un cambio climático producido por el hombre.

Vacunas: a pesar de siglos de evidencia científica, de miles de millones de personas vacunadas y felices, de la erradicación de enfermedades mortales y de, en suma, crear una inmunidad global en muy poco tiempo, ellos se emperran en suponer que las farmaceuticas han comprado a todos los médicos del mundo para que nos envenenen a propósito. Si este movimiento continúa dentro de poco volveremos a la esperanza de vida de la edad media.

Homeopatía: ummmm, de verdad, de verdad, el agua con «cosas» en muy baja proporcion no cura nada, dejadlo ya.

Política: esta es la última frontera del sesgo de confirmación. Según el bando en que nos encontremos podremos suponer que hay conspiraciones del bando contrario casi en cada suceso cotidiano. Si eres de derechas y alguien te dice que habla catalán, ya estas autorizado a decir que es un indepe golpista e inventarte historias sobre la opresión de los Españoles en Cataluña. Y, lo peor, es que da igual que sea verdad o mentira, que te demuestre que es un firme defensor del castellano en las escuelas o que cree que lo que han hecho los partidos soberanistas es una tomadura de pelo… No pertenece a nuestro círculo y buscaré cualquier manera de demostrar que es mala persona.

Y el tema avanza más rápido de lo que se cree porque ahora es muy sencillo encontrar gente que piense como tu y aislarte del resto. Las redes sociales han conseguido compartimentar tanto las relaciones que ahora parecemos, como en las pe?ículas de instituto americano, que tenemos que pertenecer a uno de los grupos cerrados o seremos criticados por tibios o anodinos… En fin, espero que esta tendencia no se extienda a los tecnólogos (AI si, AI, no) o a los cientíticos que son nuestra única protección contra la estupidez congénita que estamos desarrollando.

Adiós 2018, Hola 2019

Yo no suelo ser de los que hacen resumen del año cuando este termina, para mi el día 1 de enero es solo el día siguiente al 31 de diciembre. Que alguien eligiese esta parte de la rotación terrestre para indicar el comienzo de un nuevo periodo solo es una anédota más de nuestra civilización. En cualquier caso, como todo el mundo sabe, cualquier punto que elijas es bueno para hacer una retrospectiva. Así que, dado que hoy es el último día de este año, creo que es bueno que me pare a ver qué he aprendido del nuevo año y me plantee unos objetivos para el siguiente. Así el año que viene, si sigo teniendo ganas de escribir, puedo usar este post como recordatorio de lo iluso que he sido…

Bye, bye 2018

Este año solo he escrito 14 post en el blog, por poco uno por mes, eso significa que he tenido poco tiempo libre o, al menos, poco tiempo para reflexionar sobre cualquier cosa que no fuese urgente… Lo anoto como deseo para el año nuevo: escribir, al menos, dos post al mes. No es que sea la repanocha, pero eso significará que dedico un ratito más a pensar.

Lo que he aprendido

Este año prometía ser el año en el que la ciberseguridad, por fín, entraría en los pensamientos del público en general, el nuevo RGPD atenazaba de miedo a todos los que tenían una web y se veían ya denunciados y pagando un pastón en multas… Nada de eso ha sucedido y la lección es clara: A nadie le interesa la ciberseguridad. Facebook ha sido denunciada por vender nuestros datos sin nuestro consentimiento, Twitter ha ido regalando nuestras contraseñas, miles de millones de ellas circulan por la red y, seguro, que tu has recibido un correo de extorsión con alguna de tus contraseñas. No obstante, la gente sigue en Facebook, Twitter sigue siendo la barra del odio y la mayor parte de la gente sigue usando la misma contraseña en cientos de sitios. Quizá no lo estamos haciendo lo suficientemente bien para que el público se conciencie de que su seguridad y privacidad en internet es ya más importante que la de su propio domicilio.

He aprendido mucho sobre cómo funciona la justicia. He salido bien de un concurso de acreedores y me han denunciado unos sinverguenzas que tendrán su vista oral el 14 de enero de 2020

He confirmado que hay mucha gente que solo se preocupa por ella misma y por su círculo cercano y otros que son tan maravillosos que se ofrecen sin pedir nada a cambio y que, siempre, ofrecerse da más satisfacciones que verse obligado a algo. Ampliar el círculo de personas a las que te ofreces es mucho mejor que intentar mantener a las demás fuera el mayor tiempo posible. Desgraciadamente este año ha sido uno de los peores en lo que a «borreguismo» se refiere. La gente ha perdido todo su espíritu crítico o, en el mejor de los casos, lo ha sustituido por una lista muy limitada de fuentes a las que seguir. De tal manera que, si estas fuentes no tienen objecciones en lanzar bulos o simplemente, mentir de manera descarada, habrá un rebaño de creyentes detrás haciendo de altavoz y propagando estas mentiras a amigos y conocidos que pueden picar esta vez influenciados por una persona de su confianza.

En el aspecto técnico (esto se estaba poniendo cada vez más profundo) he aprendido a hacer una placa PCB, a utilizar NFC en los teléfonos, a utilizar las librerías de autocompletado de Android, a usar eficientemente los servicios de la nube de Azure, AWS, Google Cloud e incluso IBM (bluemix). He aprendido un montón sobre displays de e-ink, he avanzado en python (cada día me gusta más), he construido mi propia alexa y estoy experimentando con domótica y, por fi, estoy usando git extensivamente. Lo que más tiempo me ha quitado este año ha sido aprender los protocolos seguros de pagos con tarjetas de crédito (no, no voy a extenderme), conocimiento que espero que me sirva mucho tiempo porque lo he adquirido a base de sangre, sudor y lágrimas.

También he descubierto que arreglar ordenadores retro no es tan sencillo pero, aún así, es algo que me sigue fascinando. Mi colección retro ha aumentado con un MSX, un C64 (dos, uno no funciona), un Atari ST y, próximamente, un Amiga 500.

En el aspecto empresarial he aprendido que da igual la calidad del servicio que ofrezcas o la confianza que tengas, nadie te paga cuando corresponde. Que más vale tener fondos propios o una buena línea de crédito y, aún así, tu negocio se puede ir al carajo por un «error administrativo» de tu cliente que, curiosamente, sucede siempre justo antes de tener que pagarte.

En el aspecto personal he descubierto hasta que punto soy capaz de auto-explotarme. Trabajar fines de semanas y fiestas, estar hasta las 5 de la mañana en la oficina sin pensar siquiera que tu cliente no se lo merece y que, total, tampoco te lo va a pagar adecuadamente. Como deseo para el año que viene me pongo el no trabajar en fin de semana para ningún cliente que no me lo pague por adelantado y, en caso de hacer esos trabajos, tomarme días libres a cambio. A nadie le importa el tiempo que dedicas a trabajar… ¡despierta!

También he aprendido que la salud es un tesoro que no valoramos lo suficiente, aunque, a pesar de los ejemplos cercanos de personas que han tenido, o tienen, problemas importantes de salud, no he sido capaz todavía de concienciarme de ello. Si, he intentado ir al gimnasio regularmente, hasta que mi auto-explotación me lo ha impedido, he intentado seguir una alimentación sana hasta que mi frustración me ha llevado a comer compulsivamente de nuevo y he dejado pasar problemas de saludo porque me iban a restar tiempo para otras actividades cuando, en realidad, cualquier inversión en salud lo que va a darte es más tiempo de mejor vida.

Lo que quiero para el 2019

Quiero estar más tiempo con mi familia. Con toda mi familia y sin sentirme obligado a ello y sin hacerlo por compromiso.

Quiero trabajar menos en cosas que solo dan dinero y trabajar más en cosas que mejoren el mundo o que enriquezcan mi vida y la de los demás.

Quiero aprender a decir que no a los clientes, hasta ahora soy demasiado «fácil» de convencer

Quiero recuperar la fe en la especie humana, espero que el sentido común y el espíritu crítico vuelvan a todos antes de que sea tarde.

Quiero poder seguir haciendo lo que me gusta y disponer de tiempo para cuidarme, cuidar de mi familia y servir de mejor ejemplo a mis hijos.

En suma, quiero que el 2019 me permita descubrir a más buenas personas y me permita tolerar mejor a los que no lo son.


Seguro que me dejo un montón de cosas, tanto en lo que he aprendido como en lo que deseo para el 2019, pero si se una cosa… Que os deseo un Feliz y Próspero 2019.

Hipocresía patria

Esta vez tengo que hablar de política, bueno, no, realmente no es política, pero estamos empeñados todos en «politizar» nuestras actitudes para buscar una «justificación» a lo injustificable… Esta semana he encontrado mucho cinismo y mucha hipocresía por las calles y por las redes de nuestro país, dejadme que os diga porqué.

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Me comentaban que en una conversación de peluquería, varias madres estaban echando pestes de los gastos que tenían que afrontar en sus colegios concertados, que si el uniforme, que si les obligaban a comprar los libros en un sitio determinado y no podían conseguir descuentos, que si el donativo «voluntario»… Llegando a decir que, «mira tú, en eso los públicos se organizan mejor con los pocos medios que tienen».

Vamos a ver, señoras recién peinadas, los colegios concertados son un accidente de nuestra democracia. Se plantearon como una manera de asegurar la escolarización obligatoria en todos aquellos sitios donde no había todavía colegios públicos… Pero ahora estos concertados, en lugar de ir desapareciendo como debían y volverse a convertir en verdaderos colegios privados, se han convertido en un sumidero de dinero público y en una especie de «club selecto de todo a 100» para la clase media.

La mayoría de estos colegios, gestionados por religiosos o empresarios con pocos escrúpulos, tienen la obligación de dar la misma educación que los colegios públicos y reciben, a cambio, una cantidad neta de dinero que, ellos mismos, se encargan de decir que es menor (si no no tendrían razón ninguna de existir) y por eso tiene que financiar el resto de los costes con el dinero de los padres. De ahí a pensar que ese colegio va a ser mejor que el público hay un salto mental que no me atrevo a dar… Porque lo único que es diferente es la «exclusividad» del alumnado. Es difícil encontrar negros, gitanos, rumanos o cualquier otro tipo que no sea blanco-católico en los colegios concertados… ¿Eso como es posible? Pues haciendo trampas.

Los criterios de entrada en los colegios concertados están establecidos por ley y son muy similares a los de los colegios públicos… Eso si, los padres católico-blanco-piadosos no tienen ningún problema en «arreglar» sus papeles empadronando a los niños con los abuelos, haciendo una declaración del IRPF falsa (que ya se arreglará si eso con una complementaria), o incluso inventándose dolencias imaginarias para conseguir que su niño consiga una plaza allí… Y si se ha colado algún inmigrante, morenito o algún maldito ateo, ya se encargarán en el colegio de recordarle donde está y porqué ha de irse a la pública… En suma, actitudes todas muy cristianas y de buenas personas… De estos padres, ¿qué podemos esperar que sean sus hijos?

En segundo lugar, la hipocresía patria contra los refugiados Sirios… No deja de escucharse por ahí: «Que si quieres que vengan que les des tu casa, que mis impuestos no son para extranjeros, que si van a venir terroristas, que mejor que le demos las ayudas a nuestros parados!»

¡Por Dios! Estoy seguro que a un parado nuestro no le haría mucha gracia tener que deambular por varios continentes con su familia a cuestas, muerto de miedo por si te atacan o por si te pegan de patadas los reporteros para poder recibir las «explendidas» ayudas que se les ofrece en los países de destino. Vamos, que seguro que hay que inventarse una guerra e irse por ahí para vivir del cuento de las ayudas (nótese la ironía). Este tipo de gente es muy peligrosa, y lo peor es que se creen el mensaje (si hay que ayudar a alguien que sean a los nuestros) y no tienen ni la más mínima idea de lo que es pasar una guerra y tener que abandonar todo lo que tienes y a todos los que te importan para llegar a un país que te desprecia. ¿Seguro que los que están protestando por ayudarles lo hacen sabiendo lo que dicen o son proclamas políticas intentando meter el miedo y asegurar el voto en las próximas elecciones? Un poquito de por favor…