Medio siglo

Hoy (ayer para cuando salga este post) cumplo 50 años, no es que quiera que me felicitéis ni nada, la verdad a mi los cumpleaños solo me sirven para medir el tiempo… Y resulta que llevo medio siglo ya en este mundo. Si miramos un poco atrás, a finales del siglo XIX la esperanza media de vida era de 48 años y menos si nos echamos un poco más para atrás. Así que si yo fuese un habitante de la tierra de hace doscientos años estaría ya al final de mi vida útil.

Esto da que pensar, aunque considero que todavía me quedan muchísimas cosas que hacer y mucho que aportar todavía, quizá este pequeño hito (y el hecho de que Google se haya caído a nivel mundial) me sirvan para recordar un poco cómo han cambiado las cosas desde hace medio siglo hasta ahora. De hecho, simplemente viendo cómo han cambiado mis hábitos ya se puede uno hacer una idea de lo mucho que ha cambiado nuestro entorno en unas pocas décadas.

Lo más importante, para mi, es el hecho de contar con internet. Si, cuando yo estudiaba no había internet, de hecho yo fui uno de los pioneros en tener correo electrónico ya en 1988 (estaba en un grupo de investigación de la facultad) y pasé gran parte de mis estudios en la facultad de informática asistiendo al despliegue cada vez mayor de la red de redes. Hasta la llegada de la web (no confundir con internet, que se tardaron unos añitos en inventar el http, html y los navegadores) cuando querías estar informado de algo tenías que recurrir a la biblioteca (si, con sus fichitas en cartulina y eso), a los documentales de la tele (si, alguno se veía entonces también) o a las revistas especializadas. Tengo que decir que yo no era un gran fan de la biblioteca y sin embargo devoraba las revistas de informática (y hasta conseguí ser el editor de la revista del club de informática de mi facultad.

El problema con internet ha sido que la información que se encuentra se ha vuelto demasiado abundante y muy poco contrastada. Las fake news y el dar pábulo a cualquier cantamañanas ha convertido la mayor y mejor tecnología que el ser humano haya desarrollado hasta el momento en un arma de destrucción masiva. Una pena.

Otra cosa que ha cambiado, y mucho, mis hábitos y los de todo el mundo es la llegada del teléfono móvil. Tuve que esperar a 1996 para tener mi primer teléfono móvil y eso me cambió la vida. Nunca más quedarse tirado en la carretera sin poder avisar a nadie, nunca más no saber dónde esta alguien a quien esperas, etc… Todo ventajas, eso si, el precio de la época no era de lo mejor que te podías encontrar y el GPRS que era lo mejor que podías conseguir en datos tampoco es que fuese demasiado útil para transferir datos, pero nada que un SMS no pudiese arreglar. Después ya vinieron los smartphones, el 3G, el 4G y ahora el 5G… Y todo el mundo con su móvil en el bolsillo enganchado a internet.

Los ordenadores, que me deslumbraron desde que mi padre se compró su primer VIC-20, que él usaba para jugar al ajedrez y que yo programaba con sus 3KB de memoria, se han convertido actualmente en una commodity. No hay evolución real en su arquitectura sino que seguimos la ley de moore, frenada por la avaricia empresarial o la oportunidad comercial. He tenido un commodore VIC20, un amstrad cpc 64, un PC compatible con un NECV20 y todos los siguientes procesadores intel y amd (incluso cyrix), pero al final ya todo se resume en una arquitectura fija donde cambia lo comprimidos que están los elementos y el coste de lo que queramos gastarnos. El formato: portatil, sobremesa, da igual, quien no tiene hoy en día un ordenador se queda sin poder hacer muchas cosas… Pero todo cambiará con la computación cuántica, ¿o no?

En estos años he vivido momentos históricos: la llegada de la democracia, la caída del muro de Berlín, crisis importantes: la burbuja .com, las subprime y ahora la covid-19 (entre otras), donde parece que siempre se avanza para encontrarse un obstáculo mayor. No me puedo quejar de cómo he superado estas crisis, pero lo que si me han ayudado es a averiguar un poco mejor quienes son buenas personas y quienes simplemente están por el interés… Aunque últimamente casi empiezo a pensar que merecemos la extinción como especie por nuestra cerrazón.

He sido aficionado a pocas cosas, una de ellas – la fotografía – ha cambiado demasiado para mi gusto. Estuve muchos años con una cámara reflex completamente manual (una Zenit 12) con un objetivo de 45mm aprovechando cada foto (revelarlas era caro de narices), cuando tuve un poco de dinero me compré una DSLR Nikon D15 que me dió muchísimas satisfacciones hasta que me cargué la película reflectante del visor intentando limpiarla; pero con el advenimiento de las cámaras mejores y el almacenamiento casi ilimitado de fotografías digitales ya no me merece la pena sacar la D90 por la que la sustituí y me tengo que conformar con hacer los miles de fotos que todo el mundo saca con su móvil en la mano. Ahora parece que solo usan cámaras «profesionales» los youtubers o instragrammers que, aunque no tienen ni idea de hacer fotografía, a base de captar adeptos han conseguido un material que saca las mejores imágenes por ellos.

En fin, no sabemos lo que nos deparará el futuro y solo nos queda aferrarnos a las cosas que nos ofrecen algo, un sentimiento, una evocación, una posibilidad de desarrollo y no soltarla hasta que encontremos otra que lo supere… Así que, ¡vamos a por el otro medio siglo!

PC-COMPONENTES? nunca más

Soy un asiduo comprador por internet desde que el e-commerce se inventó, compraba libros en Amazon antes de que llegasen a España y metí mi tarjeta de crédito en optize allá por los años 90 cuando nadie se fiaba de ello. No he dejado de comprar en tiendas virtuales desde entonces (y hasta he tenido las mías propias en las que he vendido desde impresoras hasta leds), por eso se me hace tan complicado de entender como pueden existir todavía empresas que no saben tratar las incidencias que se dan regularmente en el comercio electrónico. Para ello os voy a poner una imagen:

Esta es la ¿ruta? que ha seguido GLS para entregarme un portatil que compré en pccomponentes el día 3 de Mayo. La fecha prevista de entrega era el día 5 (como es habitual en las entregas nacionales), pero como ese día no llegó les di un poco de margen por eso del coronavirus… El día 6 no llegó tampoco, el día 7 entro en la web del transportista y les digo que quiero que me llegue por la mañana (a ver si respiran) y nada, ahí seguimos, el día 8 viernes tampoco y el día 11 tampoco y lo más sangrante es que NO SABEN DONDE ESTÁ.

Llegado a este punto y dado que el portatil lo ha comprado mi empresa y lo necesito para trabajar, intento contactar con pccomponentes para que me busquen una solución (esto ya me había pasado con Amazon y lo habitual es devolverte el dinero o enviarte otra vez la mercancía) y la respuesta de pccomponentes es: «nada que hacer». Todas las respuestas son igualitas a esta:

Les llamo por teléfono y me dicen que no nos pueden devolver el dinero hasta que ellos no reciban devuelta la mercancía.. ¿¿Se puede ser más inútil?? El cliente no recibe la mercancía que tu has cobrado en una semana y le dices que no le vas a devolver el dinero hasta que la reciban ellos… Eso suponiendo que alguien, en algún momento, encuentre esa mercancía y decida devolverla, si no… Esperar a que el transportista decida declarar que ha perdido la mercancía y mientras ellos se quedan con mi dinero.

No entiendo esta actitud. Me he gastado muchos miles de euros comprando cosas en esa tienda en el pasado y al primer problema que tienen dejan indefenso y cabreado al cliente. Cliente que, obviamente, dejará de serlo inmediatamente.

Bye, bye PC-Componentes, no se si recibiré la mercancía o me devolveréis el dinero (o tendré que formular una denuncia por estafa), pero se acabó eso de compraros nada más (y mi opinión sobre vuestro servicio no dejaré de expresarla allá por donde me pregunten). Si la culpa es del transporte (que lo es), los responsables seguís siendo vosotros que sois los que tenéis mi dinero.

La verdad en tiempos del coronavirus

Decía Hiram Johnson en 1917 que la primera víctima de una guerra era la verdad, y esto es completamente cierto, ya que cada bando debe utilizar la propaganda para desconcertar y desmoralizar al enemigo. Hay grandes ejemplos de contraespionaje que fueron decisivos en muchas guerras – sin ir más lejos en la segunda guerra mundial cuando hicieron creer al reich que el desembarco de normandía sería por el paso de Calais (operación fortaleza) – y grandes ejemplos de propaganda en tiempos de guerra, que podemos resumir en el decálogo que ya publicaba Arthur Ponsonby en 1928:

  1. “Nosotros no queremos la guerra”.
  2. “El enemigo es el único responsable de la guerra”
  3. “El enemigo es un ser execrable”
  4. “Pretendemos nobles fines”
  5. “El enemigo comete atrocidades voluntariamente. Lo nuestro son errores involuntarios”
  6. “El enemigo utiliza armas no autorizadas”
  7. “Nosotros sufrimos pocas pérdidas. Las del enemigo son enormes”
  8. “Los artistas e intelectuales apoyan nuestra causa”
  9. “Nuestra causa tiene un carácter sagrado, divino, o sublime”
  10. “Los que ponen en duda la propaganda de guerra son unos traidores”.

A estos elementos hay que sumar la desinformación, como un elemento presente en toda competición donde la opinión pública tenga alguna participación, como ya sucedía en la antigua roma y viene sucediendo periódicamente en todas las elecciones, siendo la más descarada la campaña de Trump y el escándalo de cambridge analítica.

Sin embargo, cuando la guerra es contra un enemigo que no es humano, como es el caso actual donde nos enfrentamos a una pandemia sin precedentes, ¿qué hacemos con la información y desinformación? En otros países lo tienen claro, hay que mantener informada a la población de la evolución de la guerra, premiar a los heroes y felicitar a los voluntarios que estén apoyando los esfuerzos por superar la crisis, en España, se prefiere otro enfoque – Spain is different – y se ha optado por buscar un enemigo en casa.

Al igual que los nacionalismos perifericos eligieron el concepto de «Madrid» como el enemigo a batir, el que les impedía su tan utópica independencia y el que le robaba los recursos. Al igual que los ultraderechistas trasnochados buscaron a los emigrantes, a los diferentes como el enemigo que les quitaba los trabajos y les limitaba la asistencia médica, de la misma manera una parte mezquina de la sociedad española ha decidido que es el gobierno el enemigo a batir.

La campaña de descrédito ha sido desmesurada desde el primer momento, un gobierno de coalición es algo inédito en la democracia española y cualquier ocasión es buena para intentar romperlo y volver a ocupar el espacio de poder que la derecha española cree suyo por derecho de nacimiento. Pero tanto es así que han utilizado todas las armas a su alcance para, en lugar de aportar soluciones, propuestas o apoyo a los profesionales que están al pié del cañon intentando paliar los efectos del virus, demonizar la gestión del ejecutivo para culparles de las muertes por el coronavirus.

Nadie en su sano juicio sería capaz de algo tan abyecto como acusar a otro de la muerte de un semejante (seguramente en persona serían incapaces de hacerlo, aunque fuese por verguenza), pero no hay nada que una más que un enemigo asesino al que poder poner en el punto de mira de su guerra particular (ver los puntos de arriba), tanto en los nacionalismos, en el fascismo o en las películas de hollywood. Pero España es así, ya no es posible emitir opiniones imparciales porque eres etiquetado como de un bando o de otro, independientemente de la verdad o del mensaje que emitas. Estamos en guerra y ahora o estás con nosotros o estás contra nosotros.

Y de esta manera todo lo que se ha conseguido es eliminar cualquier atisbo de espíritu crítico. Las críticas son meras representaciones de estrategia política, cada cifra, cada gráfico, cada anuncio se convierte en un campo de batalla por saber quien es más mezquino. Si eres de un bando y te atreves a criticar a los tuyos por cualquier cosa (aunque sea verdad) te conviertes en un traidor y así, simplemente, no hay manera de avanzar. Al igual que a mi me da cosa presumir de bandera porque el símbolo de todos los españoles se lo han apropiado gente que no tiene ningún reparo en presumir de machismo, xenofobia, y homofobia y pretenden que cualquiera que ondee la bandera comparte con ellos esos valores; ahora me es imposible criticar al gobierno (que tiene cosas que mejorar) porque parecería que soy uno más de los bots lanzados por la oposición para destruir al gobierno.

Pero lo que es peor, el nivel de virulencia de esta guerra sucia en los medios es tan alto que las consecuencias pueden ser terribles para nuestro futuro. La censura real (no la que falsamente afirman que ya hay en whatsapp) puede estar a la vuelta de la esquina, mediante cambios legislativos, solo porque hay quien ha decidido que el enemigo a batir no es el virus, es el gobierno.

Negacionistas

Supongamos que Guillermo es una persona normal, con una carrera técnica en la que sabe un montón de lo suyo y muy poco de lo demás, obviamente no es médico ni nada similar. Un día, en base a unas molestias se pasa por el médico y después de hacerle unas pruebas le diagnostica un cancer.

Guillermo, no contento con el diagnóstico y acojonado como no podía ser de otra manera, decide visitar a otros médicos, solicitar otras opiniones a conocidos oncólogos y todos coinciden en el diagnóstico, cancer. Por suerte es tratable y solo se le pide que empiece el tratamiento cuanto antes.

Pero algo no le cuadra a Guillermo, decide que lo que los médicos han estudiado y a los pacientes que han tratado no son sinónimo de que tengan la razón, intenta documentarse y visita internet con asiduidad, por desgracia el 99% de lo que encuentra le confirma el diagnóstico y el tratamiento. Para el sería una jodienda tener que someterse al tratamiento y decide elegir al 1% que le dice que los médicos están todos compichados con las farmacéuticas para vender carísimos tratamientos contra el cancer y que, en realidad, sus síntomas se curan con agua diluida en principios mágicos…

Guillermo ha decidido que la ciencia médica ya no le sirve, que él y los cuatro iluminados de internet son más listos y ven la verdad más allá de las tramposas multinacionales de las medicinas. Así que se niega a recibir el tratamiento y decide esperar a que el cancer se cure solo con ayuda de medicinas neanthertales. No le ablanda la preocupación de su familia y amigos, él es más listo y nadie ha sabido argumentarle la forma en que las células sanas mutan en cancerígenas de una manera convincente (nada de estudios con cifras, ni causalidadades de esas que se inventan las farmaceúticas)..

Guillermo es feliz sabiendo que él es más listo que los borregos que le rodean aunque sospechosamente su grupo de afectados por la conspiración global de los falsos diagnósticos de cancer va perdiendo miembros a marchas aceleradas, aunque cada día hay nuevos miembros y él activamente evangeliza a todo el que conoce para que evite seguir el tratamiento…

Guillermo muere entre terribles dolores tras un periodo espantoso donde ha perdido el control de sus funciones motoras poco a poco. ¿FIN?

negar

La historia de Guillermo no es ficción, ahora mismo tenemos negacionistas de cualquier cosa que niegan la evidencia y la autoridad de los científicos para casi todo lo que nos ha convertido en una civilización avanzada. No es ya tener una opinión diferente, eso es muy loable, es pensar que su opinión tiene el mismo peso que décadas o cientos de años de estudios e investigaciones y todo se resume en un «Creo que la tierra es plana ¿puedes hacerme cambiar de opinión?»

Merecemos la extinción, pero ya!

Hay algunos que ya se dan cuenta…

Queremos tu pasta… y ya

Llevo ya 15 años siendo empresario, siempre de una pequeña empresa (apenas he tenido más de 6 empleados a la vez) y he pasado ya por muchas situaciones muy diversas (muchas las podéis encontrar en este blog), pero siempre, siempre, he sido escrupulosamente respetuoso con la normativa fiscal. No he hecho (tampoco es que haya podido) ingeniería fiscal y no he tenido asesores lo suficientemente despiertos para optimizar lo que me dejaba en impuestos.

Pero no me he quejado, soy consciente de que las empresas han de ser las que más aporten al estado, que son entes sin más finalidad que la de generar beneficios y que, al final, esos beneficios han de revertir en la sociedad a la que pertenece. Creo que gran parte de los males que estamos viviendo estos años viene por el fomento de la codicia a la que la acumulación de dinero, infinita y sin restricciones, en las empresas modernas. Mucho rollo de resposabilidad social corporativa, conciliación y miliongas varias, pero las multinacionales y sus dueños tienen un único objetivo: acumular más y más dinero.

Dicho esto (soy consciente de que tengo que pagar impuestos como empresa) y habiendo tenido un buen ejercicio el año pasado, no tuve problema en pagar la tercera parte de esos beneficios a hacienda. Y aquí empieza la pesadilla.

Este ejercicio no está siendo tan bueno como el anterior, ni los clientes tienen tantos proyectos, ni yo tengo el mismo personal y he reducido la capacidad productiva en consonancia, por lo que tengo más gastos y menos ingresos. Pero me encuentro con que a hacienda eso le importa menos que nada, porque en el último gobierno de Rajoy se instauró la retención a cuenta del impuesto de sociedades. Algo similar a lo que se hace con los trabajadores y el IRPF, se retiene «a cuenta» un porcentaje de lo que se ingresa como adelanto de lo que habría que pagar posteriormente. ¿Cual es el problema con las empresas? Que no hay importe de beneficios sobre el que calcular esta retención y, en nuestro caso, se hace sobre los beneficios del año pasado… ¡Lo que es una locura! las empresas, por naturaleza, no tienen una fluctuación muy importante de ingresos y gastos.

El caso es que tras hacer la declaración del impuesto de sociedades del año pasado me tocaba pagar ya cada trimestre esta retención y, obviamente, era mucho más dinero del que correspondería a tenor de los resultados del año en curso… Así que, ni corto ni perezoso, intento que me fraccionen la «deuda» para poder pagarla sin tener que andar pidiendo financiación externa (que los bancos siguen a la suya), cosa que suele ser habitual en otras deudas tributarias… Aquí os dejo la respuesta:

En resumen, que quieren mi dinero y lo quieren ya… Si eso el año que viene, a mediados, cuando haga la declaración del impuesto de sociedades y salga a devolver, ellos, meses después se dignarán devolverme mi dinero (probablemente usando el que yo mismo les esté adelantando)… Y mientras, la empresa sin recursos y sin poder contratar más gente porque «hay que asegurar la regularidad en la entrada de fondos en la hacienda pública»…

A este paso me vuelvo liberal (Dios no lo quiera)!!!